Las Lágrimas del Viento
... cuando quise darme cuenta, el viento me había arrebatado la voz que
ahora era apagada como los silencios prolongados en una caverna. Corrí e
intenté seguirle la pista, dejándome llevar por el tono de mis
recuerdos.
Por un momento, respiré hondo y me detuve cerca de aquel
acantilado. El mar había avanzado varios metros adueñándose de sus propias rocas, gritando y lanzando al aire su furia convertida en
espuma.
Aquel lugar, recuerdo de vientos y tempestades era donde aguardaba su alma...
Texto registrado por David de Gil Gómez